Si ha sustituido su coche recientemente, sabrá que incluso un modelo básico nuevo está repleto de artilugios y dispositivos. Sin embargo, la mayoría de la gente no es consciente de que la tecnología de la calefacción doméstica ha avanzado a pasos agigantados de la misma manera en la última década. La buena noticia es que las mejoras en las propias calderas, por muy impresionantes que sean, han ido acompañadas de innovaciones en el mundo del control de la calefacción. El resultado es que, si elige correctamente, acabará teniendo un sistema que no sólo es más barato de usar, sino que es más fácil de utilizar.
Cómo funciona la caldera de gas
En una vivienda con calefacción tradicional, uno de los elementos fundamentales es la caldera de gas. Corazón palpitante del sistema, la caldera genera el calor que luego se distribuye por agua o aire a través de los radiadores o calefactores.
El funcionamiento de la caldera de gas de condensación es muy sencillo: mediante la combustión del gas, el agua se calienta y pasa por un circuito de serpentines, que luego llega a los radiadores. En las calderas de condensación, los gases de escape, antes de ir a parar a la chimenea, pasan por otro circuito que precalienta el agua que llega a la cámara de combustión, recuperando el calor adicional que, de otro modo, se dispersaría en el ambiente. Esto permite aumentar la eficiencia térmica de la caldera, reduciendo el consumo de gas metano.
Para mantener un alto nivel de funcionamiento de la caldera de gas, es esencial llevar a cabo un mantenimiento regular. Para saber cuándo debe realizarse la revisión, es necesario consultar las indicaciones del instalador y, en caso de falta de comunicación, el propietario debe remitirse a la información del fabricante.
Por último, el propietario de la vivienda o el inquilino deben encargarse del mantenimiento y deben ponerse en contacto con técnicos especializados, que son los únicos capacitados para actualizar la cartilla con los datos exigidos por la normativa.
Cómo elegir la potencia de la caldera de gas
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Elegir la mejor caldera de gas no es una operación sencilla y, por ello, es mejor dejarse ayudar por un experto. De la elección de la caldera de gas dependerá la eficacia de la calefacción en invierno y, sobre todo, de ella dependerá el consumo y las correspondientes facturas de gas.
El propietario de la vivienda en la elección no debe subestimar la potencia ni sobreestimarla. En el primer caso tendrás una casa fría con un alto consumo, en el segundo caso, sin embargo, te arriesgas a gastar demasiado dinero durante la fase de compra, por tener una caldera excesiva para tus necesidades. Sólo en el caso de las parejas jóvenes se recomienda elegir una caldera ligeramente sobredimensionada respecto a las necesidades reales en previsión de la llegada de niños.
En general, cuantos más cuartos de baño y radiadores haya en la casa, mayor será la potencia de la caldera que haya que adquirir. Un elemento a valorar es también el estilo de vida de los habitantes de la casa, para encontrar realmente la caldera adecuada a sus necesidades.
A la hora de elegir una caldera, el tamaño de la casa y el lugar elegido para la instalación, interior o exterior, también juegan un papel importante.
La potencia de la caldera de gas se expresa en kW, una unidad utilizada para medir la cantidad de energía producida por la caldera en forma de calor.
He aquí algunas pautas generales sobre la potencia recomendada según algunos tipos de casas (en zonas climáticas intermedias):
- Casa pequeña con 1-2 habitaciones y 1 baño: potencia recomendada de 24-27 kW
- Casa de tamaño medio con 3-4 habitaciones y 1-2 baños: potencia recomendada de 28-34 kW
- Casa grande con 4 o más dormitorios y 2 o más baños: potencia recomendada de 35-42 kW
Es importante comprar la caldera de gas más eficiente que pueda, cercana al 90%, en un tamaño adecuado. Intenta conseguir al menos una garantía de cinco años.
Eficiencia
Las calderas de gas de categoría A tienen actualmente una eficiencia cercana o superior al 90%, por lo que no hay mucho margen de mejora. Para aumentar la eficiencia global hay que mirar más allá de la caldera.
Los controles de la calefacción central son obviamente esenciales. El omnipresente termostato de habitación con un temporizador es lo mínimo, mejorado con termostatos de radiador o, aún mejor, con controles de zona. Estos permiten controlar el tiempo y la temperatura de cada zona o habitación, asegurando que las habitaciones que no están ocupadas no se calienten al mismo tiempo o a la misma temperatura.
Una buena caldera de gas necesita un buen sistema de distribución de la calefacción. Un sistema de calefacción central antiguo puede enrarecerse y acumularse lodo en el fondo de los radiadores. Una caldera nueva será más eficiente, pero la limpieza del sistema y la adición de líquido antifugas sólo ayudarán.
La prioridad principal es minimizar el consumo de combustible. Una caldera de categoría A es un comienzo, pero sólo es un comienzo.
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